El clima presenta un marcado efecto en la salud y producción del ganado bovino. Su influencia en el bienestar animal, la salud y la producción ha sido reconocida desde muchos años. Afecta en forma indirecta y directa, ya que modifica la calidad, cantidad y disponibilidad de alimentos, los requerimientos de agua, la cantidad de energía consumida y empleada para mantenimiento o producción.

Los bovinos hacen frente a las condiciones climáticas adversas modificando sus mecanismos fisiológicos. Estos cambios se magnifican bajo condiciones extremas de calor, frío y lluvia. No obstante estar adaptados a las condiciones medioambientales, los bovinos sufren estrés. En la mayoría de los casos ésta respuesta se manifiesta en cambios en los requerimientos nutricionales, siendo el agua y la energía los más afectados cuando el ganado se encuentra fuera de la denominada zona termo-neutral.

Existe evidencia científica que el estrés incrementa la morbilidad y mortalidad del ganado, cuando las temperaturas altas o bajas, superan los umbrales que los animales son capaces de soportar. La temperatura normal del ganado bovino adulto sano fluctúa entre 37,8 y 40,0 °C, a esta temperatura las actividades celulares y bioquímicas operan con mayor eficiencia, sin embargo, si los tejidos se enfrían demasiado el metabolismo se reduce, por el contrario, si los tejidos se calientan demasiado el metabolismo se acelera y existe riesgo de desnaturalización de proteínas, se afecta la membrana celular y se puede presentar un daño permanente en los tejidos.

La temperatura ambiental, la lluvia, la humedad relativa, la radiación solar y la velocidad del viento, son los que en su conjunto afectan en mayor medida el balance térmico.

Durante la temporada de lluvias, se presenta alta incidencia de enfermedad respiratoria en el ganado bovino de engorda y en vacas productoras de leche, además, también se incrementa la incidencia de mastitis en estas últimas. Esto puede deberse a que disminuye el consumo de materia seca y la energía disponible es menor, por lo tanto, el bovino entra en un proceso de estrés metabólico que trae consigo un incremento de la secreción de cortisol e inmunosupresión, siendo el animal más susceptible a enfermarse.
Por otro lado, las lluvias incrementan la humedad en el ambiente y junto con la temperatura favorecen el desarrollo de bacterias patógenas.


En el caso del ganado lechero en confinamiento la lluvia incrementa la cantidad de lodo y agua sucia en los corrales, por lo tanto, las ubres y pezones están en mayor contacto con bacterias que favorecen el desarrollo de la mastitis.
Al enfermarse el animal reduce su consumo de alimento y la energía disponible la emplea para mantenimiento y para recuperarse, dejando la producción de carne o leche en segundo lugar, pero lo más impactante es cuando el ebovino no se le proporciona un tratamiento (oportuno y efectivo) y muere.

Para el tratamiento de enfermedad respiratoria y mastitis, PiSA Agropecuaria sugiere el uso de los siguientes productos para un tratamiento efectivo:

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